“Tras subir por una carretera de hormigón y un pequeño trozo sin asfaltar pero con un firme decente llegamos a un pequeño aparcamiento, el frió ya se hacía notar al descender del vehículo, nos abrigamos y preparamos las cámaras.
Tras observar una pequeña maqueta de la fortaleza y leer el panel introductorio nos depusimos a subir el largo trecho hasta la entrada de la fortaleza. Tras llegar a ella y darnos cuenta que solo era el principio de una larga visita observamos el paisaje a nuestro alrededor, a la derecha la meseta castellana se extendía hasta donde alcanza la vista, a la izquierda las montañas que separan el País Vasco de Burgos y el camino natural hacia Francia. Debajo nuestro el pueblo de Pancorbo.”
(Pulsar sobre las imágenes para verlas en grande)
Algo de Historia:
La construcción de una fortaleza moderna en lo alto de esto de las montañas que rodean el pueblo de Pancorbo no es casual, desde hacía siglos el paso natural hacia Francia desde Castilla era una brecha que se abre entre las montañas, primeramente un castillo (el de Santa Marta) fue el baluarte de este lugar pero el paso del tiempo y las nuevas armas hacían necesario un nuevo tipo de diseño de fortaleza.
Tras la revolución Francesa el gobierno absolutista español empezó a temer que las fuerzas francesas pudieran entrar en la península trayendo nuevos aires de libertad y acabar con la independencia de nuestro estado. Por lo que en 1794 se da la orden de construir una fortaleza en Pancorbo. Hacia un año que la Guerra de Convención (1793-95) había comenzado, tras los éxitos iniciales en territorio Galo y la muerte del general Ricardos por pulmonía, comenzaron las derrotas. Los franceses avanzaron por el norte de la península ocupando territorios en Cataluña, País Vasco y Navarra, llegando a tomar Miranda de Ebro.
Tras la firma de la Paz de Basilea (1795) y un año más tarde el Tratado de San Ildefonso, la frontera norte de la península parece segura.
En 1808 las fuerzas Francesas de Napoleón entran en España para invadir Portugal y de paso quedarse por toda la península, la fortaleza de Santa Engracia cae en manos francesas el 10 de marzo de 1808 y no será recuperada hasta el 30 de junio de 1813 ya que es usada por los franceses para defender su retaguardia cuando se retiraban de la península. La toma de la fortaleza es comandando por el general Wellington, que captura 700 soldados enemigos y a su comandante. La batalla es conocida como “el sitio de Pancorbo”, la fortaleza sufriría fuertes daños.
Tras la vuelta de Fernando VII la fortaleza no sería reparada. Habría que esperar al Trienio Liberal (1820-23) que decide volver a dar utilidad militar a la fortaleza, el final de la fortaleza llego cuando la invasión de los “100.000 hijos de San Luis” al mando del duque de Angulema toman la fortaleza y la destruyen el 23 de Abril de 1823 para evitar el acantonamiento de tropas en ella.
Aunque el final del uso militar de la fortaleza llegaría en 1823, el sistema de telégrafo óptico que comenzó a usarse en el siglo XIX pasaría por la zona, siendo elegidos los restos de la fortaleza para la colocación de las torres telegráficas de la línea de Castilla, que Madrid con Burgos, Vitoria, San Sebastián y Francia.
Su construcción:
Las obras comenzaron el 3 de septiembre de 1794 bajo la dirección del ingeniero jefe Fermín de Rueda. Durante la obra trabajaron: 1455 obreros divididos en diferentes especialidades como carpinteros (40) o canteros (150). Como tracción animal se usaron 100 mulas con 20 carros.
La construcción fue compleja, la situación geográfica del lugar, subir los materiales y las personas a hasta los puntos más altos de las montañas, el pequeño pueblo de Pancorbo no estaba preparado para tal número de nuevos habitantes (entre soldados y obreros). Estos dos problemas trajeron consigo la falta de suministros durante toda la construcción que se dilataría hasta 1797.
Defensa de la Fortaleza:
El Frente de San Carlos es el sector más complejo de la fortaleza, estaba formado por la Batería de San Fermín (A), un Revellín (B) y la Tenaza de Santa Orosia (C), donde se abre una de las puertas de acceso al cuerpo principal de Santa Engracia (3). Se trata también del sector más accesible, al situarse en una cota más baja, en el que confluyen los caminos que enlazan con los fuertes externos de San Luis (1) y Cruz (2). La defensa se organizaba desde la plataforma del Revellín, de mayor altura, ayudándose por los grandes fosos cuyo papel era obstaculizar el avance de los atacantes.
Vida en la Fortaleza:
La fortaleza tenía una capacidad para alojar a 3575 personas, estas estaban divididas en diferentes habitáculos: Cuarteles, Cuevas y Tinglados (Barracones), situados tanto en la fortificación interior (Plaza General) como en las externas.
En la Zona del frente de San Bernardo se encontraban la mayoría de los soldados, mientras que en la zona de San Bartolomé, en las cuevas, estaban la panadería y la herrería que disponían de leñeras, hornos y almacenes.
En la zona central de la fortificación se situaban los oficiales y altos mandos. Los hospitales en el Frente de San Nicolás, dos cuevas para enfermos, botica, almacén de ropas, cocina y despensa.
Para las municiones, pólvora y otros elementos de artillería se habilitaron seis grandes cuevas en el Frente de Bureba, por ser el más protegido.
El almacén de víveres y la capilla estaban en el frente de San Sebastián. Los víveres se guardaban en una cueva de grandes dimensiones, colocándose en el piso alto la mitad del trigo, cebada, harina de habas para el ganado, garbanzos, arroz, habas y queso; en el piso inferior el vino, vinagre, aguardiente y el aceite, distribuyéndose en otras cuevas el resto del trigo, tocino, carne salada, bacalao y tabaco.
La provisión de agua es fundamental, sobretodo en asedios, se contaba con varias fuentes en las laderas del cerro y en la fortaleza se excavaron cisternas o aljibes en diversos puntos.
En el siglo XVIII, las tropas se reclutaban por alistamiento voluntario y por quintas (se toma 1 hombre de cada 5), realizándose también levas de vagabundos y ociosos. Las condiciones exigidas eran tener entre 16 y 40 años, ser católico-apostólico-romano, medir como mínimo 1,40 m y no ser: mulato, gitano, verdugo o carnicero (“extracción infame”).
Existían claras diferencias entre las condiciones de vida de los oficiales y soldados, e incluso entre éstos. Cada 20 hombres correspondía una mesa, dos bancos, un baúl, una jofaina y una lámpara de aceite. Casi todo el sueldo se retenía para gastos de manutención y para renovación del uniforme, que se realizaba cada 30 meses, por lo que en su escaso tiempo libre muchos se dedicaban a oficios artesanos. Disponían de al menos dos comidas al día, compuestas de arroz, tocino, menestras, despojos de carnicería y sobretodo pan.
Pueblo de Pancorbo y el paso entre las montañas
En primer plano restos de barracones y cuarteles
Detrás cuevas de almacenamiento, dormitorio y Hospital.
Cuevas: alojamientos almacenes...
Entramado de fosos defensivos
Vista de Castilla desde la entrada a la fortaleza
Primer Foso defensivo
-http://www.gabyrulo.es/lugares-para-visitar/3-burgos/174-fortaleza-de-santa-engracia-de-pancorbo
-Paneles Informativos Colocados en la Fortaleza
Impresionante de visitar, si quieres disfrutar de unas vistas únicas de la meseta y de los montes Obarenes, visítala, eso sí, abrigado.
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